La prostitución de la amistad. Última parte.

Después de mucha observación, reflexión y análisis de las relaciones interpersonales en mi generación puedo decir, sin temor a equivocarme, que la amistad es la más escasa. Si es que aún existe.

Las relaciones humanas se basan en el intercambio, incluso las más profundas como el noviazgo o la amistad. Pero una particularidad de las de mi generación es que no sólo se busca obtener mucho del otro, también se busca dar menos. He visto como mejores amigos aprisionan dentro de la jaula emocional a otras personas, siempre afirmando que quieren lo mejor para el otro. Pero no es así.

Las relaciones en mi generación son unilaterales. Siempre es uno el que pierde más que el otro. El tonto, el chingado, el pendejo.
Pero el pendejo lo sabe. Sabe que es víctima, le gusta ser víctima. Porque así obtiene de otros el afecto que da a otra persona sin dar nada a cambio.

Este estatus de víctima le da algunas ventajas al pendejo, una es dejar de hacerse responsable de su situación. Porque sabe que el victimario es la causa de esta, pero por los sentimientos que tiene con él, no puede terminar la relación. Otra ventaja es la percepción que los demás tienen sobre él. Cómo él siempre es el que sale perdiendo, otros llegarán a sanar las heridas que le cause el victimario.

No estoy describiendo nada nuevo en las relaciones de mi generación. Son de codependencia, son opresivas y son violentas. Lo único particular de lo que describo es que son la norma.

La norma es gente que no se interesa por la gente que quiere. Que se junta para mitigar sus vicios, sus problemas. Que se junta, pero que no se une. Gente con la necesidad de entablar relaciones con su prójimo, pero son incapacidad para hacerlo.

Sobre estos sujetos yace una condena terrible. La de la soledad.

Cuando empecé a escribir sobre las relaciones, una amiga que leía lo que escribía antes de publicarlo, me preguntó que qué soluciones proponía para esto. Le dije que mi intención sólo era describir lo que veía, pero creo que la verdad es que no veo como algo que pueda curarse.

No es una enfermedad, es algo que es. Es parte de una generación de niños que creció sin padres, sin más reglas que las de la tele. Es una cultura. Una cultura no se puede curar.

La mayor parte de la gente con la que me relaciono actúa de la manera que he descrito ahora y en publicaciones anteriores. Cada uno de los ejemplos que di fue real y son comunes.

Tengo frío en las manos



A veces me gustaría contarte de las guerras que hay del otro lado del mar.
Hablarte de los niños que se mueren de hambre en las montañas.
De las masas de gente que no saben hablar ni leer.
Me gustaría hablarte de las revoluciones malogradas.
De los poderosos estrangulando naciones de gentes tiernas.
Me dan ganas de platicarte de las gargantas desgarradas de los cantantes de la libertad.
Pero tú no sabes de esas cosas.

A veces me gustaría contarte del racismo entre hermanos. De las mentiras e injusticias del amor.
Hablarte de la sangre que ha corrido por un trozo de tela o un pedazo de papel.
De la desesperanza de los adictos. Del funesto futuro que podría llegar.
Me gustaría hablarte de los esclavos que llegamos a ser. De los demás, de nuestros vicios.
De nuestros muertos, de nuestra cultura. De los poderosos.
Me dan ganas de platicarte de las minas saqueadas. De los indígenas masacrados por Europa.

Pero tú no sabes de esas cosas.

A veces me gustaría contarte de la destrucción de la esperanza de los Pueblos.
Hablarte de como nos dieron cuentas de vidrio por nuestras maderas.
De las madres que alimentan con una papa a cinco niños y a un marido borracho.
Me gustaría hablarte de las madres que no aman a sus hijos.
De como se asesina desde el vientre a los guerreros del mañana.
Me dan ganas de platicarte de la lucha fútil del colonizado.
Pero tú no sabes de esas cosas.

A veces me gustaría contarte de mis desvelos. Del miedo que mantiene abiertos mis ojos.
Hablarte de mis gritos ahogados entre sábanas. De horror, de desesperanza.
De la responsabilidad insoportable de hacer algo por mi condición y la tuya.
Me gustaría hablarte de la importancia de mantenernos rabiosos e indomables.
De mordidas. De machetes. De fusiles. De campesinos convertidos en bestias.
Me dan ganas de platicarte de la histeria del colonizado. De como se mete en los huesos y enfría el alma.
Pero tú no sabes de esas cosas.

A veces me dan ganas de abrazarte.
Hablarte de lo mucho que te quiero.
Besar tus ojos y tomar tus manos.

Me gustaría construirte un mundo lejos, lejos de este.
De sonrisas, de hermanos, de flores y de sol.
Me dan ganas de llevarte caminando hacia él. Porque te lo mereces.
Porque tú no sabes de esas cosas.

La prostitución de la amistad. Parte tres.

A raíz de la institucionalización del amor, llamada en las sociedades occidentales "matrimonio", el fin último de la pareja en mi cultura es el intercambio de material.
 Al firmar un acta de matrimonio, un individuo tiene derecho dado por el estado sobre los bienes y sobre el cuerpo y la mente de otro individuo. Puedo decir que estos principios, impuestos por el estado, son los cimientos sobre los cuales se construyó este fenómeno al que llamo "círculos de realidad.

 En la cultura mexicana tradicional, al casarse una pareja, pocas veces tenían bienes que intercambiar; se compartía el hambre y la pobreza en el mejor de los casos. Pero fue esta pobreza y fue esta hambre lo que formó un lazo más fuerte en las culturas mexicanas tradicionales: el trabajo.

 El esposo/a dejaba de ser sólo un compañero de cuarto y pasaba a ser un compañero de trabajo. Mientras el marido iba a trabajar al campo o a la mina, la mujer hacía las tortillas o las vendía en el mercado. Eran actividades primarias, o terciarias a las que se dedicaban las familias mexicanas tradicionales. Dado a que muchos se dedicaban a las actividades primarias, podían alimentarse sin dificultar, aunque no crecían económicamente.

 Al tener hijos, los matrimonios tradicionales les inculcaban los valores cristianos que se les fueron impuestos por la conquista española. Esto no fue algo negativo para ellos, les daba un sentido de pertenencia y cohesión familiar. Los hijos de familias tradicionales tenían un sentido de vida que era su religión y pertenecían a un grupo que era su iglesia. No sólo eso, estos niños tenían un gran valor por la educación. Puedo inferir que esto pudo haberse dado por la influencia de José Vasconcelos en la educación pública y rural. 


Estos niños crecieron, se educaron y tuvieron hijos.
Pero estos hijos crecieron en un México diferente. Un México industrializado. Donde la mucha gente había pasado de dedicarse a las actividades primarias a las secundarias. Ya no tenían la facilidad de alimentar a sus hijos, ya que trabajaban por salarios.

 La educación en México también había cambiado. Por la influencia norteamericana, las escuelas pasaron de ser centros de educación a ser centros de capacitación. Esto se puede observar fácilmente en los libros de texto gratuitos de hace 50 años y los actuales. En los primeros, el objetivo era el dominio y el perfeccionamiento del idioma. En los actuales sólo es el desarrollo de la habilidad de leer. En las escuelas en las que mis abuelos estudiaron (primarias) se leía más que en las preparatorias actuales. Ya no era importante que los niños se educaran, sólo era importante que se capacitaran para entrar a la universidad, y una vez ahí, capacitarse para llenar un puesto que no requería mucha capacidad intelectual o cognitiva.

En cuanto a la religión, poco a poco, por influencia de la industrialización del país, se fueron perdiendo, en muchos centros urbanos, los valores que la religión daba: familia, lealtad, esperanza, fe, pobreza, etc.

Esto creó un gran desequilibrio en las familias mexicanas. Y pudo haber sido el contexto en el que se desarrollaron los CdR. Unos individuos, despojados de sentido de vida, de grupos a los cuales pertenecer, con poco valor a la educación, con padres pobres, tanto económicamente como culturalmente, todos buscando algo que se les quitó, pero no saben que es. A menudo lo encuentran en drogas, sexo, alcohol, dinero, pero nunca lo encuentran solos. Siempre están acompañados por otros individuos igual de despojados. Los circunscritos al llamarle "amistad" al intercambio, comparten su soledad, pero no dejan de sentirse abandonados.

En las familias que dan origen a los circunscritos, las relaciones son igual de opresivas. Los padres muchas veces también tienen problemas emocionales o de adicción. A continuación describiré un caso de una familia de una madre soltera que también es un CdR:

 La mamá, Gloria, tiene una hija de 12 años llamada Lulú. Gloria tiene problemas de adicción al alcohol y esto le trajo problemas con el papá de Lulú, hasta que finalmente se separaron.
Gloria es una persona codependiente y, aunque no está en condiciones para criar un hijo, muchas veces ha amenazado al padre de Lulú, Luis, con suicidarse si se la lleva a vivir con él.

Gloria sabe que Luis puede darle una mejor vida a Lulú, en un ambiente más sano y además, él podría pagarle una mejor escuela (Lulú asiste a una escuela pública). Pero esto implicaría que Lulú ya no pasara tanto tiempo con ella y eso no puede permitirlo, aunque esto repercuta en la salud física y mental de Lulú. Gloria golpea a Lulú.
Lulú, por la influencia de su madre, piensa que Luis es un hombre malo que la quiere separar de su mamá. Ella ve a su mamá como alguien a quien debe cuidar constantemente. Y muchas veces cuando su madre tiene sus borracheras y acaba inconsciente, ella se siente culpable porque no la cuidó.

Podemos observar en este caso, como las dos mujeres distorsionan su realidad en pos de mantener su relación. Podemos observar también, el poco valor que le da Gloria a la educación y al cuidado de su hija. Sin embargo, aún no puedo resolver si Gloria cree genuinamente que es una buena madre o si se da cuenta de su situación.

El desarrollo de los hijos en familias CdR está prohibido, porque esto implicaría su libertad. Y si los hijos son libres ya no podrían participar en el intercambio al que están acostumbrados en la familia.

La prostitución de la amistad. Parte Dos.

En la publicación anterior hablé de los círculos de realidad dentro de las relaciones de amistad. Puse de ejemplo la búsqueda de afecto y el intercambio de cualidades, materiales y habilidades como substituto a la amistad en dos situaciones diferentes.

En esta continuación intentaré expresar mi punto de vista sobre como funcionan los círculos de realidad dentro de las relaciones afectivas o de pareja en mi generación y cultura.

Las relaciones de pareja en mi generación son muy particulares. Generalmente, las personas se unen con otras en busca de algo que sólo podrían obtener al "comprometerse" con alguien más. Esto podría ser compañía, afecto, sexo etc. Y, como mencionaba antes, los individuos no están interesados en el crecimiento personal de su "circunscrito" (siguiendo la analogía de los CdR), les importa más lo que ellos pueden obtener del otro. La diferencia entre los CdR de las parejas, es que este intercambio se lleva a cabo entre los "novios" y con nadie más. Pero esto no significa que la situación sea menos opresiva. Por ejemplo:

Juan antes pertenecía a un CdR que se reunía para solucionar sus carencias económicas. En éste, conoció a Concha. Se "enamoraron" e iniciaron su propio CdR circunscrito al primero. Sin embargo, Juan ya no podía participar en las actividades del primer CdR porque su dinero se iba en solventar las actividades de Concha dentro de éste. Así que, al ya no ser útil dentro del CdR, fue excluido poco a poco, pero Concha siguió dentro del CdR ya que aún contaba con el apoyo económico de Juan. Ésta a su vez le ofrecía sexo y lo ayudaba con sus carencias afectivas y sus problemas psicológicos.

En este ejemplo podemos notar cosas importantes de los CdR de las parejas. Por ejemplo, el como están "cargadas" a un sólo lado de la relación. En los enamorados de los CdR hay siempre un capataz y un obrero. El obrero vive y disfruta del trabajo y del dolor del obrero. El obrero muchas veces sacrifica su tiempo, su dinero y hasta su salud por mantener contento al capataz. Y hasta llega a pensar que su único propósito en la vida es hacerlo feliz.

Es ahí donde se puede observar una gran diferencia entre las relaciones que se quieren y las relaciones de los círculos de realidad. Las personas que se quieren están conscientes que el otro miembro de la relación es un individuo libre y responsable de sus acciones, en cambio, las personas que están en un CdR ven a su pareja como un centro de intercambio en el que se intenta pagar menos y obtener más para dejar al otro sin nada, también lo ven como una extensión de sí mismos, una de la que pueden disponer en cualquier momento.

En cuanto mayor sea el sacrificio de una persona por la otra, más se considera que quiere a la otra, dentro del CdR. En estas relaciones no es extraño escuchar cosas como:
"No fue a la escuela por venir a verme, me quiere muchísimo" o "Ya dejé de ver a mi mejor amigo porque a mi novia le molesta y yo la quiero mucho, no quiero que se enoje conmigo".

Y se ve de la forma más normal, tanto así que ninguno de los dos se ven como son en realidad: opresores y oprimidos.

Curiosamente, entre más tenga algo que ofrecer un miembro, menos ofrece y se le ofrece más. Por ejemplo: si un muchacho es atractivo, tiene dinero, automóvil y aparentemente pertenece a un nivel socio-económico mayor, más serán las mujeres que le ofrecerán compañía o sexo y el tendrá que hacer menos esfuerzo para obtenerlo. En cambio, otro muchacho con menos cosas por ofrecer, tendrá que invertir más para obtener la misma cantidad de sexo o compañía.

Ésto para las mujeres es algo interesante. Ya que dentro de los CdR no sólo son clientes/consumidores también son un producto en si mismas. Pero es interesante notar que entre más tiempo pase una mujer dentro de este "mercado", su valor va disminuyendo.
Entre más veces una mujer se haya utilizado a sí misma como moneda de cambio dentro de los CdR, menos vale. Y no sólo se utilizan a las mujeres como monedas en cuestión de sexo, también de estatus y de carencias afectivas.

En las próximas publicaciones ahondaré más en los CdR en las relaciones y en como afectan a la mujer más que al hombre. También hablaré de como se relaciona un individuo que no pertenece a un CdR con los que sí y como se forman redes de redes entre los CdR.

La prostitución de la amistad

Platicaba con un amigo hace unos días. A él le gusta una muchacha que es amiga mía y de él, pero también le gusta otra que conoció hace unos días en una salida con otros amigos suyos.

"Es que ésta está más buena. Y me gusta mucho platicar con ella. Pero ésta otra vive cerca de mi casa y puedo pasar más tiempo con ella."

Cerca de donde estábamos platicando, había una pareja de lesbianas tomadas de la mano caminando fuera del edificio. Una era alta, de buen cuerpo y tenía algunas perforaciones en la nariz y en la ceja. La otra era baja de estatura, algo gorda y vestía como lo haría un muchacho. Lo único que la distinguía como mujer eran los senos y unos aretes que llevaba puestos.

"Y es una situación difícil." Continúo mi amigo. "Porque a las dos las quiero mucho y me gusta estar con ellas."

Me he enterado que un amigo y una amiga que conozco desde la preparatoria, ambos drogadictos, han decidido mudarse juntos. Y han reducido su círculo de amistades a un puñado de personas que también gustan de drogarse.

En éstos días me he dedicado mucho a trabajar en un laboratorio de psicología en la universidad donde estudio. A consecuencia de esto, me ha quedado muy poco tiempo para salir con mis amigos y para hacer las cosas que solía hacer con ellos. Creo que por éso, cada vez son más frecuentes los comentarios de "Te estamos perdiendo" o "Estás cambiando" incluso el "Me caías mejor antes".

Han sido estas situaciones las que me han llevado a pensar tanto sobre la situación de la amistad y el noviazgo en mi generación. Y he llegado a varias conclusiones.

Creo, como menciona Sartré, que en ésta sociedad tan hostil y tan enfocada a la función y la utilidad de las cosas, en el mejor de los casos, las personas que se "aman", sólo se masturban el uno con el otro.

Veo el amor en mi cultura y en mi generación como un intercambio de material, cualidades, habilidades y funciones. En el caso de mi amigo, que no puede decidirse entre una mujer y otra, pone en un diagrama mental las cosas que éstas le pueden ofrecer. Como si fuera una inversión de capital. En ésto es en lo que yo entro en una disonancia cognitiva. Según mi estructura mental, el amor no es el mero intercambio de cualidades, el amor es compartir un tiempo y un espacio para llegar juntos a un fin común. Puedo observar que mi amigo no está interesado en amar a cualquiera de estas muchachas, podría decir que está interesado en que lo amen a él para así "aprovechar" la situación para extraer de éstas personas lo más que pueda dando lo menos a cambio; ésto podría ser dinero, afecto, compañía, sexo, favores y hasta comida.

Y puedo ver algo similar en la situación de mis amigos drogadictos. Siendo ésto una conducta mal vista socialmente, podrían haberse juntado para compartir su culpa, o como búsqueda de un refugio del juicio de los demás. He notado que en los grupos de amigos de los drogadictos, la mayoría también se droga. Podría decir que esto se debe a que las personas que se drogan no pueden concebir que una persona viva de una manera diferente a la suya y lo haga sin ser reprendido o perseguido socialmente. Por éso tratan de "anularlos" dentro de su grupo amistoso o de "realidad", como me gusta llamarlo. Dada la situación a la que exponen a su cognición, éstos se separan de la realidad y pueden caer en un relativismo en lo que sólo existe lo que ellos quieren que exista. Dentro de su círculo de "realidad", ellos están conviviendo y construyendo su amistad, el hecho de que están cometiendo un delito y que están atentando contra su salud queda anulado. De nuevo, hago referencia a la amistad vista como un intercambio de bienes, en este caso, la culpa o el estigma social.

Pero el círculo de "realidad" no se limita al grupo de drogadictos. Puedo ver que muchos grupos de amistades sólo se unen para justificar y limitar su separación de la realidad. Haciendo una analogía, sería acertado decir que el ladrón sólo puede llevarse con ladrones y entre ellos está prohibido decir ambas: que uno roba y que uno no roba. El que admite que roba, al exponerse individualmente, expone violentamente la situación del grupo. Ya que dentro del círculo de realidad está prohibido decir la verdad y no pueden verse como individuos separados, sólo se perciben como una masa homogénea. Por otro lado, si uno dice que no roba, pueden pasar dos cosas: que los demás miembros del CdR crean que está fingiendo o que sepan que no lo hace y lo excluyan de éste

Una vez que un individuo se da cuenta de su situación y no se siente a gusto con ella, trata de hacer algo para cambiarla y mejorar. Pero no toma en cuenta que el CdR es opresivo y pocas veces dejará que alguien salga de donde está. Muchas veces los miembros del CdR, al intentar mantener dentro a un miembro consciente de su situación, recurrirán a medios como el chantaje, la mentira y hasta la amenaza. Es muy común escuchar en estas situaciones frases como: "Si no vas con nosotros a la fiesta equis ya no te vamos a invitar" o "Qué puto eres porque no tomas conmigo." 

La individualidad está terminantemente prohibida dentro de un CdR. Por éso es importante hacer la distinción entre CdR y amistad. En la amistad se celebra y se premia la individualidad de los miembros, no es un intercambio, es un compartir. No es un "tú tienes algo que yo quiero y te doy esto que tú quieres", como en el CdR, es un "te quiero y quiero que quieras lo que quieres".

El caso de las lesbianas lo mencioné y explicaré en siguientes publicaciones las consecuencias que tienen los CdR en las relaciones sentimentales.

El problema de todo.

 Cuando alguien deja de amar a alguien mueren una pareja de ancianos hipotéticos. Se derrumba una casa que jamás se construyó y los hijos jamás nacen. Los amigos en común no van a las fiestas de navidad y no se vuelven madrinas de bautizo las mejores amigas. Se regresan a la cuenta del banco los miles de pesos que se invirtieron en un aro de metal y se rejuvenece varios años. Tantas cosas se destruyen cuando dejamos de amar a alguien y sin embargo todo sigue igual, la gente se sigue matando, los niños se siguen muriendo de hambre y los padres les siguen pegando a a sus hijos.

Eso siempre se me ha hecho increíble, uno piensa que toda la entropía generada por ese amor destruido haría que los hombres se amaran los unos a los otros y que las naciones cantaran hermanas. Es ahí el primer desencanto del amor adolescente, saber que por mucho que tu creas amar a alguien, jamás podrá cambiar un centímetro cúbico del mundo. 

¿A dónde va toda esa energía perdida? Obviamente se queda dentro de nosotros, se enfría y se vuelve masa, y después se hace más pequeña pero con la misma densidad, nos deja un cráter, que succiona cualquier tipo de luz que llega a él. Y utilizamos eso como combustible, supongo, nos volvemos funcionales, vivimos, existimos. Pero ahí siempre queda algo, o nada, sí, creo que ahí siempre queda nada.

Sería un mundo mejor si ese amor pudiéramos sacarlo y decir: "Hey, si no se lo puedo dar a alguien, lo voy a dividir en pequeñas partículas y se lo entregaré al mundo." Pero no, jamás es así. Siempre quedamos mal y una parte de nosotros que jamás existió, pero queríamos que existiera, muere.

Y eso es el problema de todo. Amamos. Está de la verga

Alfombras

Lo primero en lo que pensó fue en su suscripción a la revista esotérica.
Joaquín nunca fue una persona supersticiosa, pero era dentista y tenía que tener revistas en la sala de espera, así lo había aprendido de su papá que igual era dentista, y su abuelo, que ponía revistas periódicos en las banquitas de la barbería que puso cuando llegó a México huyendo de Franco. Se había dado cuenta que las revistas esotéricas y de cosas insólitas eran las que más leían todos, tontos o listos, ya sea para buscar algo en que creer o algo de que reírse. Aún así, no pensó en que había pasado la parte más importante de su vida escuchando a niños llorar asustados de los taladros y oliendo fétidas cloacas que eran las bocas (si así podían llamarse) de sus pacientes. Tampoco pensó en que había que pagar un préstamo de más de un millón de pesos al banco por el crédito de su consultorio. 

-¿Necesita un minuto? 

-No. ¿Es por aquí el baño? - Revistas viejas, que hablaban de hombres que vivían en las selvas y curaban con las manos.- Quiero ir al baño, necesito ir al baño.

-Sí, pase usted.

-Muchas gracias.

(Fotos de niños alérgicos al agua, hadas encontradas en micronesia, fósiles de sirenas)


Se miró al espejo del baño un momento. Se lavó la cara y pensó:
Así que me estoy muriendo.

Y lloró. Recordó que en una de esas revistas leyó que cuando estamos frente a una muerte inminente y dolorosa, nuestro cerebro extiende los últimos segundos de existencia y nos pone imágenes agradables, los momentos más felices son llevados a nosotros gracias a la hormona que nos hace soñar, justo antes de que el parachoques de un auto nos rebane la cara. Pero esta no era una de esas muertes, esta era una muerte lenta y probablemente muy dolorosa, perdiendo poco a poco el movimiento de sus músculos y sintiendo como crecen sus huesos penetrando su carne. Por meses, un año si tenía buena o mala suerte. 

No hay tratamiento. Bueno, siempre hay tratamiento, pero Joaquín lo sabía, era cambiar una cosa por otra, incrementar el dolor y aumentar el tiempo. Y él pensaba que no era vida si se estaba en agonía o sedado la mayor parte del día. Así que pensó en hacer lo que siempre se espera que alguien en su situación haga: disfrutar lo poco que queda de vida. Pero la vida no es una película de Jack Nicholson. Joaquín se encerró una semana en casa sin poder salir, despertándose a media noche por el dolor de piernas que lo hizo ir al médico. El hospital le mandaba la comida, lo hacían por lástima, él no recibía ningún tratamiento, pero su médico sabía que vivía solo y que probablemente intentaría suicidarse por su antecedente o algo así. Por eso le mandó la comida y le mandó una enfermera. Joaquín había pasado de tener treinta y tantos a tener noventa y seis en menos de una semana.

Pero esta no es la historia de Joaquín. Esta es la historia de Eva. Porque Joaquín se va a morir y no sería tan fácil continuar la historia de una vida una vez que acabe.

Eva quería ser chef. Siempre veía en los programas de cocina a esa imagen de mujer exitosa que sabe hacer una buena comida para su familia. Supongo que es típico de muchos mexicanos, creer que salir en la tele es haber alcanzado el éxito. Mucho tiempo después Eva saldría en la tele, pero no cocinando, saldría asesinando a un hombre con cáncer.

Su mamá tenía un puesto de antojitos en la entrada de su casa. Doña Eva se levantaba muy temprano para levantar temprano a Evita y mandarla por la masa al mercado. Mientras Doña Eva hacía los guisos, evita soñaba con salir en la tele y tener un programa de cocina. Aún lo hace mientras da baños de esponja a viejos incontinentes.


Ojalá.

Toma mi cuerpo y envuélveme en ceniza
De las flores que de él brotaban sólo quedan cardos
La distancia convirtió sus pétalos en níveos cristales
No es dicha pensar que sólo extraño tu carne
Es sufrir el pensar que no son naves las calles
Y no me llevarán al instante deseado, tan viejo
Como las cenizas de nuestra hoguera
que llevan frías tanto tiempo y nunca hemos querido recoger
Oh, ternura que me has abandonado
si pudiera regresar a ese instante
donde tuve tu carne y besé tu sexo
y pudiera verme, húmedo y desnudo
no sabría si detenerme a preguntar
si sólo buscaba en ti calor, piel y humedad
o seguir fingiendo que las flores serían bellas todo el año.

No sé porqué te evoco en mis más desoladas veredas
ni porqué te ausentas en mis pequeñas victorias, frágiles mausoleos
testigos de una vida vacía que sólo ha tenido un vago instante de luz,
que hoy, en mi noche más fría, cuestiono y dudo que haya pasado en verdad.
Jamás extraño tus manos si no es cuando arañaban mi espalda
y no pienso en tu boca si no es cuando quemaba mi cuello
Ni en tus palabras si no gritaban mi nombre con ese tono tuyo
entre locura y piedad.

Hoy que me tienes tan vulnerable, desnudo más allá de las ropas
decidiste ahorrarte el tenerme de nuevo y marcharte
sabiendo que tomaste todo lo que podías tomar
cuando te dejé entrar al jardín de mi pecho a cortar las flores
que en él crecían, con tus tijeras de mujer y cristal
Delicados verdugos que me ataron con cuerdas invisibles
a tus muslos, a tus senos y a tus dientes mordiendo mi boca.

Ojalá no vuelvas más.

Capítulo V

Skyrim. La chef. Los tatuajes. El café. Chuck Palahniuk. El banco. La unam. Los cursos. La libreta roja. El facebook. Mi amigo. Las fotos. El examen. El jueves. Las llamadas. El sismo. El año nuevo. El teatro. El poema. Mi amiga. El nuevo amigo. El viejo amigo. Las borracheras. Las cartas. La recaída. Los cigarros. La pelea. La computadora. La familia. La victoria pírrica. El secreto. La uv. Minatitlán. Calle 13. El regreso. El metro. Los amigos. La cruda. El mensaje. La amiga. La pelea. La soledad. La decisión. La música. Los papeles. Las fotos. El dinero. El adiós. Las hamburguesas. El hambre. El frío. Mi oído. El PAE. La tregua. La amiga de mi amiga. Los molotes. La felicidad. La piedad. El reencuentro. La deuda. La credencial. El miedo. Las elecciones. La impotencia. Mi libro. Espagueti.Cebolla. El exilio. El orgullo. La vergüenza. La envidia. Catársis. Los ausentes. Mi guerra. El exilio. La victoria. El portal.

Vivir en la calle

Imagínate que vas a pasar la mayor parte de tu vida como esclavo.


Mancillarán tu infancia con escuelas para que te enseñen a pensar, llegarás a la universidad de esclavos para que te enseñen a cargar tus piedras. Tendrás un empleo con el que tendrás que pagar tu jaula y, si eres inteligente, una carreta para llegar más rápido a la cantera.


Utilizarás tus monedas para comprar cosas que tus patrones te dicen que necesitas, para ser como ellos. Cosas que tú crees necesitar, por estatus, porque tú no quieres ser como esos hombres caídos en desgracia, viviendo en la calle, comiendo de la basura. No, esa vida no es para ti, tú eres un hombre libre. Libre de elegir que tipo de esclavo quieres ser, libre de elegir el color de tu taparrabo y el sabor de tu engrudo.


Después envejecerás y ya no le serás útil a tus patrones. Y vas a morir esclavo.


Pero te consolará que jamás fuiste como el loco aquél que vivía en los basureros, recogiendo latas y envases vacíos. El que hablaba con las aves y era tan inmensamente rico que podía darse el lujo de dormir bajo todos los árboles. El que no lo limitaba el dinero porque jamás lo conoció, el que conocía la verdadera amistad que no estaba basada en el interés sino en el apoyo y la camaradería. El deschabetado que se masturbaba en la calle, que compartía su comida con los perros. Aquel al que el hambre, el frío y los dolores físicos lo acercaron más a él mismo. El loco, tú no estabas loco. Tú fuiste un esclavo porque tú no estabas loco.


Sólo estabas muerto. Pero no estabas loco.

El holandés errante.

-A menudo pienso en la muerte.


No pienso en morir, me da miedo, como a cualquier ser humano. Pero pienso más en la muerte que en morir ¿Me entiendes? En lo es en realidad. Digo, ¿Qué es MUERTE? ¿Es un momento?


- Yo creo que es toda la vida. En realidad no estamos viviendo, estamos muriendo. No es como esperar un tren, no llega, está siempre ahí. Es más cómo...


-¿Jugar constantemente a la ruleta rusa?


-No, trataba de utilizar una analogía más inteligente. En la ruleta rusa te mueres en cualquier momento, no tiene sentido utilizar muerte en una analogía de muerte. Estaba pensando en...


-No la hay. Lo he pensado, siempre lo hago. No puedes describir o explicar la muerte sin el verbo "morir".


-Eso suena increíblemente estúpido.


-Sí, pero espera. Escucha, es como si todos tuviéramos implícito en concepto de muerte, porque, no es sólo desaparecer ¿Me entiendes? ¿Cómo se lo dices a un niño? No le dices que es cuando abuelita deja de existir. Es más que respirar ¿sabes? Morir es...


-Morir. Sólo lo sabes. Sí te entiendo. El caso es que morir le quita y le da sentido a todo, ¿No lo crees? Digo, muchas veces he dicho "Hey Fulanita, ayer estuve pensando en que me puedo morir en cualquier momento y la verdad no me quería quedar con las ganas de meterte la verga".


-Es un gran argumento. Le quitas la importancia al momento al decir que puede ser cosa de un rato, pero le das importancia a la persona porque prácticamente le estás diciendo "No podré morir feliz si no te meto la verga."


- Sí, casi siempre funciona. Supongo que para muchos la muerte es una excusa para echarse el último palo. Cogerse a la catrina.


-La pinche catrina. ¿Sabes qué me caga del día de muertos? Ése discursillo nacionalista, tan estúpido de "el mexicano se ríe de la muerte", que se escucha tanto. ¡Claro que no! El mexicano se caga de miedo con la muerte, le aterra como nada en este mundo, por eso es que somos tan cristianos. La muerte es como ése jefe culero al que todos los oficinistas temen y por eso dicen que es impotente o que se está quedando calvo. Pero cuando se acerca, todos callados.


-Ahí está, una buena analogía de la muerte.


-No creo, sólo abarca una pequeña fracción de lo que es.


-Y ¿Qué es la muerte?


-¿No has estado poniendo atención? No lo sé, nadie lo sabe.


-Y ¿Por qué hablamos tanto de esto?


-Porque le tememos, supongo.


-Te hace falta coger.


-Muérete.

Bienvenido a casa.

Bienvenidos al país de las maravillas, bienvenidos al México surrealista. Bienvenidos a la teoría relativista, donde se vive en el 2012, 1512 y 1968 al mismo tiempo. Bienvenidos al gobierno de López Portillo y Sasha Montenegro. Bienvenidos al país donde los libros cuentan historias, pero no cuentan Historia. Bienvenidos al autoritarismo, al fascismo, al retroceso cultural.

Bienvenidos. ¿Se siente como regresar a casa?
Una mezcla de tristeza y risa, tristeza por el salto al pasado, risa por la situación en la que nos volvemos a encontrar. Así que sígamos viéndolo con ironía, sigamos viéndolo con humor, tendremos que hacer chistes sobre la "gaviota" y sobre "el pelón", habrá que confíar en los medios. Habrá que insultar a los perdedores, Porque la mayoría siempre tiene la razón, ¿Verdad?

Habrá que perder la esperanza, habrá que romper los juramentos, traicionar los principios, robar porque si no lo hago yo, lo hará el de atrás, habrá que poner el orden por encima de la calidad de vida y la educación, habrá que vender nuestros cuerpos y nuestras mentes así como hemos vendido el voto y, por lo tanto, al país...

¿O no?

Suena tan ¿anti-mexicano? ¿extraño?

Qué tal si.... ¿Qué tal si cambiamos? Y no nos dejamos llevar por los demás, sí, eso ha de funcionar. ¿Qué tal si nos convertimos en el México que queremos ver? ¿Qué tal si luchamos contra la violencia con educación y respeto? ¿Qué tal si dejamos de consumir drogas? ¡De manejar borrachos! ¡De meternos en la fila! ¡De copiarnos en los exámenes, de pagarle al maestro!

¿Qué tal si aceptamos que tenemos errores y que podemos mejorar? ¿Qué tal si aceptamos que todos somos seres perfectibles? ¿Qué tal si aceptamos que somos vulnerables?

Habrá que luchar, habrá que creer, pero sobre todo: Habrá que cambiar.

Felicidades a todos aquellos que le han dado en la madre al país, porque nos han dado una oportunidad a TODOS de demostrar que somos más que un voto, que no somos un número. Que nos preocupamos por nuestros hermanos y que trabajamos para mejorar el país. Gracias, priístas, porque nos han dado la oportunidad, nos han dado el reto de mejorar y defender el país sin el apoyo del gobierno.

Nos han dado la oportunidad de demostrar que los que queremos cambiar no estamos detrás de ninguna bandera o escudo.

Yo soy Rafael Alejandro Bautista Vera. Soy feliz de haber nacido mexicano, y haré todo lo que esté en mi poder por sacar a mi país adelante. Incluso si mis compatriotas quieren que siga en el hoyo.

Consejo a la gente que entra a esta etapa llena de llanto llamada la adultez.

Cuando entré por primera vez a la universidad tenía 18 años recién cumplidos, una novia y muchos amigos. Pensé que los tres me iban a durar para siempre.
Primero se fue la novia, la distancia, los horarios y el desmadre pudieron más que todo el amor. Después se fueron los amigos, algunas veces la gente madura a destiempo, unos antes y otros después; hasta ahora no sé si ellos maduraron y yo me quedé o si fue al revés.

Después se me fueron los dieciocho años.


Me di cuenta que no es como si rompieras una barrera invisible que te dice: "Hey, felicidades. Ya estás grande." Son pequeñas cosas que hacen que te des cuenta, el dejar de fumar porque te ves "cool"  y empezar a hacerlo porque en realidad te estás volviendo adicto, darte cuenta que es más fácil conseguir sexo que en la prepa pero muchísimo más difícil encontrar una buena relación con un tolerable nivel de compromiso, que te dejen de importar cosas que antes eran primordiales para ti: Las salidas con los cuates todos los jueves, la fecha de algún videojuego, comer rico todos los días, echar la reta de fut.



Te das cuenta que tienes responsabilidades pero que no estás ni de lejos capacitado para llevarlas a cabo, te das cuenta que todo lo que aprendiste en 12 años de educación básica sólo te sirven para una cosa: Entrar a la universidad. No te preparan en nada para la vida.

No te enseñan en ninguna escuela que muchas veces te tendrás que quedar solo, no te enseñan que cuando ya no estén papá y mamá tendrás que mantenerte firme en tus decisiones, porque "ya estás grande" y la gente grande tiene que ser "seria y formal". Te enseñan sobre la parábola y sobre la elipse, no te enseñan lo que es tener un jefe, una fecha de entrega, pagar impuestos, la renta, cuanto cuesta pagar el agua y el gas. No te enseñan que también entre tanta responsabilidad tienes que meter un poco de tiempo para una cerveza, un partido de fut o un cigarro en el pasillo, un momento para ti; si no quieres explotar en la oficina y matarlos a todos con el teclado de tu computadora.



Después de un año y medio de fracaso universitario me di cuenta que en las instituciones sólo te enseñan lo que debes saber para llenar un puesto. No te enseñan a llevar tu vida de la mejor manera, les importa que seas un buen profesionista y un gran profesional, no les importa si tienes adicciones, vicios, desamor, tristeza, felicidad, sexo. Nada. Y está mal.
Está mal.


Porque no nacimos sólo para trabajar y tener un puesto y un sueldo. Al final del día si eres psicólogo, ingeniero, médico y sabes los secretos de hasta el último libro de la biblioteca, no te alejarás ni un paso más que los demás de la tumba. Nacimos para ser felices, para estar con los nuestros, para coger, para morderle la espalda a una mujer que acabamos de conocer, agarrarle las nalgas a una tipa en la calle, comer algo que tú hayas preparado, tomarnos un café acostados en la cama, escribir en un blog que nadie lee. Nacimos para eso. No para pasar por una institución que se supone debería darte un sentimiento de pertenencia y no te da más que un trozo de papel que te da permiso de sentirte mejor que los demás, y te quita lo más valioso que tienes: Tiempo.


Hace poco le pregunté a un amigo que si había hecho verano en la escuela, me dijo: "Sí wey, no voy a tirar a la basura dos meses de mi vida."

Si supiera que yo todos los días que estuve aquí abracé a mi madre, le hice de comer a mi abuela, jugué con mi hermana y hablé con mi padre. Si supiera que yo en seis meses de enfrentarme al fracaso aprendí a conocerlo bien y a perderle el miedo. Si lo supiera se daría cuenta que el que pierde el tiempo es aquel que no se permite equivocarse y el que lucha por algo que no lo hará ni un gramo más feliz de lo que puede ser por él mismo.



Aprendí más en seis meses aquí que en cualquier universidad. Y aún así, regreso en agosto. Más sensato, más sensible, más humilde pero sobre todo más yo.

Lo siento.

Ígneas rocas se han vuelto mis manos
Cayendo impiadosas sobre la ternura
Que otras manos amando me han dado
Y sólo han recibido ceniza, tristezas

Pagan con amor, crímenes ajenos
Y no hay condena peor que el hastío
Yo que soy testigo y verdugo
No lo comparto ni le encuentro sentido

No te he llamado a curar mis heridas
Mis quemaduras jamás serán sanadas
Cuando te vayas quedarás vulnerada
Y no harás mucho, seguirán aquí mis llagas´

Huye antes de ser contagiada
Por este mal que pudre la carne
Y consume al amor mas puro
Pues al corazón lo mata de hambre

No me pidas, todo lo he dado
Mejor vete, huye sin culpa
Tú no elegiste amar a un enfermo
Así como yo, romper tu inocencia

Cura con lágrimas lo que te he causado
Hazlo despacio y toma tu tiempo
No quiero que otro pague con llanto
Mi crimen enfermo, mi hielo.

Let me tell you something about Mary.

Se llama María.


Bueno, la llamé María, en realidad no sé como se llama, ni siquiera sé si se puede nombrar a alguien o algo así. Supongo que sería hacer un concepto de otro concepto.


Aún recuerdo mis clases de lógica en la prepa, ahí aprendí el truco más grande para mis clases.
El profesor nos explicaba lo que era un concepto, construcciones de ideas, imágenes mentales, no significados, algo que simplemente es. Nos pidió que al día siguiente le lleváramos el concepto de mesa. Algunos escribieron para que era una mesa, yo le llevé una foto de la mesa de mi habitación, fui el único al que le contó la tarea. Por eso cuando me pedían en otras materias el concepto de "derivada" "ley" "especie" intentaba darlo con fotografías.



María es un concepto. Al menos lo era hace poco, ahora no estoy seguro de lo que es.


Todo empezó cuando quise curarme de esa amargura que cualquier hombre que vive sólo para su trabajo, conoce. No era soledad lo que me afligía, al menos no una soledad común, tengo muchos amigos y familiares, jamás he estado solo. Bueno, no era soledad. Era diferenciación.
No me sentía solo, me sentía diferente, incomprendido, extraño. Bah, sí, supongo que era soledad.


Y lo intenté todo, me refugié en el arte, en las drogas, el sexo, el alcohol, la ciencia, los amigos, el amor y aún así no dejaba de sentirme terriblemente infeliz. Fue cuando intenté esas patrañas del New Age y la espiritualidad cuando por fin pude hacer lo que sea que hice para que María llegara a mí.



María es un tulpa. Un tulpa es como una parte de tu pensamiento, intentaré explicarlo lo mejor que pueda.


Así como hacemos imágenes mentales, las organizamos por "tipo" o "especie" en nuestro cerebro, los recuerdos tristes están almacenados en un cajón y las recetas de cocina en otro. Por eso es fácil deprimirse para la gente que guarda muchas cosas en el desván, porque sus pensamientos están ligados y siempre sacan más pensamientos tristes cuando quieren revisar uno. Sabiendo esto, muchos seres humanos desde hace tiempos remotos, de todas partes del mundo descubrieron que podían organizar conscientemente sus pensamientos y sensaciones (Un ejemplo vago de esto es la PNL), y a través de un proceso largo y doloroso podían no sólo crear "archivos" con toda la información que quisieran, sino que podían darle la imagen mental que quisieran y también darles forma física.


En términos no muy exactos, que sin embargo explican cierta etapa de su desarrollo: María es mi amiga imaginaria. Bueno, lo era. Primero dejó de ser imaginaria, después dejó de ser mi amiga.


Supongo que es mi culpa, me sentía Dios y la quise hacer a mi imagen y semejanza, sin embargo lo suficientemente dócil para que no ocupara una gran parte de mi mente y terminara siendo María la que imagina a Rafael. 


 Es una mujer bella, es lo primero que hace un hombre cuando se imagina a cualquier mujer. Si un amigo tuyo te llama y te dice que está con su mejor amiga o su hermana, no te la imaginas gorda y llena de granos, te la imaginas hermosa, guapa. Pues es lo mismo al hacer imágenes mentales, díganme misógino, chaquetas, caguengue, pero yo la imaginé buena.

Y también es lista, definitivamente nunca será una destacada en cualquier ciencia, pero se sabe mover, sabe hablar con la gente. Eso fue lo primero que quise que hiciera, que supiera hablar con la gente. Para no tener que explicarle a mis amigos: "Hey, ella es María y la imaginé hace unas semanas". Le enseñé a mentir.



Supongo que en este momento están pensando: "Este tipo está pirado" Y no se equivocarán, estoy un poco loco, siempre lo he estado. Pero les aseguro por lo más querido que tengo que María es tan real como la computadora en la que están leyendo esto. Y que respira, piensa y se mueve como ustedes y como yo. Sí, yo tampoco lo creía, no, no voy a tratar de convencerlos. Les contaré mi historia y ustedes sabrán opinar, sólo le pido algo para continuar: No juzguen. Ustedes tendrían que haber estado en mi situación para saber porque tomé las decisiones que tomé y porque hice lo que hice.


Piénsenlo así, ustedes creen que el teléfono en el que me leen se fabricó solo? No, vino de la mente de alguien, un tulpa es algo parecido. Le damos forma y después lo reproducimos en el mundo real, sólo que en carne y hueso, no sólo en papel como un libro o en lienzo como un pintura, sé que es difícil de imaginar y aún más difícil de creer, pero pueden comprobarlo por ustedes mismos. Sólo les digo que si tienen mentes débiles su "María" será débil y si tienen mentes fuertes tienen que cuidarse mucho. Porque la vida siempre se abre paso.


En fin. María me traicionó, me mintió y ahora no sé donde está. Acabo de llegar a mi casa después de buscarla toda la tarde y no sé que hacer, no sé si llamar a la policía, no sé como le explicaré a la gente todo esto, pero supongo que este es un buen inicio. Vaya, es más, María, si ves esto, regresa a casa. Por favor.

Tul.

He encontrado la cosa más bella
La he encontrado en un cajón
La más simple y precisa
Escondida en mi habitación


Amarilla de tiempo, silenciosa
Polvorienta, olvidada, sutil
Gris, ardiente, como ceniza
Alegre y nostálgica, feliz


Como el abrazo de los hermanos
Las despedidas de los amantes
El disparo de los recuerdos
Como el beso plúmbico de los fusiles


Un cuadrado pequeño y brillante
Una ventana o quizá un portal
Nos lleva a tiempos ya muy distantes
Y uno no sabe si reír o llorar


Una foto vieja, amarilla, feliz
Me ha llenado de azul la noche
Me ha robado el sonido de la voz
Me ha quitado el rocío de los ojos.

dis is gudbai

Bueno chavos. Seré breve. Cierro el blog. No sé si sea permanente, pero sé que ya escribí todo lo que tenía que escribir para ustedes. Les agradezco a los 3 lectores que siguen desde el principio, desde Pié de Página. Pasamos muchas cosas juntos, esta página y yo; pero creo que es el momento para darle fin a esta relación. 

La mia allegrezza è la manicomia

Creo firmemente que el dolor nos hace mejores personas.

Estoy completamente convencido que las personas melancólicas y taciturnas, amargadas y solitarias poseen una ternura enorme que las personas falsamente risueñas y contentas jamás podrán alcanzar. Hay cierto encanto en la melancolía que te hace ser un poco más terrenal y apreciar mejor las cosas, desde el café de la mañana hasta el saludo de los amigos.

Sufrir te baja de huevos.

Yo creo que las personas deprimidas son los seres humanos más nobles que existen, con sus problemas y todo, les aseguro que un hombre triste les dará el regalo más preciado que tenemos: La confianza. Y sin que ustedes la pidan. Eso es algo que los hombres felices y contentos jamás podrían hacer, supongo que se debe a que los hombres felices tienen miedo de estar tristes. Pero les aseguro que no tiene nada de malo comulgar con la melancolía y la amargura, es un compromiso simple y leal con la humildad y el cinismo. La melancolía, sabiéndola llevar con humor, nos da una visión del mundo distinta y única.

El dolor nos hace más humanos y si es lo suficientemente fuerte nos da la oportunidad de reflexionar sobre nuestro pasar en la vida de los demás, porque te pones a pensar que no le desearías a nadie lo que tu sientes o piensas, ergo, te vuelves mejor ser humano. Estoy seguro que si supiéramos llevar ese dolor y encausarlo, en lugar de evitarlo, podríamos hacer cosas extraordinarias, curar el cáncer, solucionar el hambre, encontrar el amor, revivir a Colosio, yo que sé. 

He sido muy melancólico la mayor parte de mi vida, últimamente he intentado llevar un estilo de vida más alegre y jovial, pero siempre regreso con esa bella dama llamada melancolía, sólo que antes era un joven enamoradizo e insensato así que terminaba yéndome por el mal camino de la amargura; pero creo que ya llevamos una relación sana y no tan tormentosa como antes. Le doy su tiempo y le doy su espacio, dejo que me diga lo que me tiene que decir y continúo mi camino, en lugar de esperarla sentado como solía hacerlo.

Y ese dolor pequeño y ardiente que me deja en ése músculo fantástico que dicen que está en el pecho (pero en realidad se encuentra en la silla turca, en mitad de nuestro cerebro), es como el que sienten los niños en los huesos cuando están creciendo, porque me está pasando lo mismo: Estoy creciendo.

La melancolía es la etapa de crecimiento creativo, sentimental y espiritual más importante.

 Estoy creciendo mucho y a diferencia de mucha gente, esto no me causa pesar alguno. 
Debí haberme ido a Cuba cuando pude.

It's so easy to laugh..

Hoy me dijeron que no entienden mi forma de ser. Dicen que soy muy tranquilo y muy pasivo, que debería enojarme más seguido, no ser el pendejo de todos. Que debería tener un poco de "carácter" y dejar de actuar como si no me pasara nada. Que no es sano estar así.

Saben qué pienso?

Que eso es lo fácil. Ese es el camino sencillo. Digo, alguien te hace mierda y lo mandas a chingar a su madre, te encabronas, haces una rabieta, lo insultas y le deseas lo peor. Qué sencillo. Eso hacen todos.

Saben qué es lo difícil?

Es difícil poner la otra mejilla. Es difícil sonreírle al que te patea el culo. Eso no todos lo hacen. No cualquiera le desea el bien a los que nos hacen mal. No lo hacen de verdad. Es difícil ser amable y ser cordial con el que te insulta y te hace menos. No es fácil perdonar al que te echa mierda encima. Saben por qué es difícil? Porque se necesitan verdaderos HUEVOS y verdadero CARÁCTER para ser amables con los demás, ser grosero cualquiera puede hacerlo, reírse de los demás, todos lo hacen. Perdonar, perdonar es quitarte la mitad de la mierda que te echan encima y ponerla en el piso, no devolvérsela al que te la puso. Se necesita verdadera FUERZA para ser amable. Se necesita verdadera FUERZA para no odiar.

asdfghjk

There comes a time in a man's life when to get where he has to go -if there are no doors or windows- he walks through a wall
                                                                                                                           Bernard Malamund

 A mi siempre me han dicho, desde pequeño, que a un hombre lo definen sus acciones, nunca sus palabras. Tengo tatuado el Factum non Verba en los cimientos de mi infancia.

No puedo decir que mi familia está llena de genios o de grandes doctores, comerciantes, políticos o artistas. No, en mi familia sólo hay un tipo de gente: Gente de lucha, gente que sabe trabajar por lo que quiere. Estoy orgulloso de esos genes, a veces llego a pensar que cuando siento que no puedo hacer algo, los miles y miles de ancestros antes de mi llegan y me susurran al oído, me dicen: Hazlo.

Sé, y esto lo veo como una verdad innegable, que cualquier persona es capaz de hacer lo que su mente desee. Si su voluntad es grande, grandes deberán ser sus actos.

Somos producto de millones y millones de años de evolución y de cuidadosa selección de las mejores características, lo único que podemos hacer para honrar a nuestros ancestros es arriesgarnos a vivir de la manera más gloriosa posible, tomando todos los riesgos, ganando la mayor cantidad de batallas. Y si hemos de morir debemos hacerlo luchando y sin cadenas en las manos ni vendas en los ojos.

Hemos nacido libres.

Hoy soñé.

Hoy soñé que estaba en un lugar oscuro, lleno de toda la gente que conozco. Todos estábamos felices, al parecer era una fiesta o algo así. Yo te estaba buscando.
Preguntaba por ti y me decían que estabas del otro lado de la habitación, que habías salido al baño o que estabas platicando con tal.


Seguí buscándote, encontré a mi pasado y lo saludé con cariño, me despedí de ella y le pregunté por ti. Me dijo que habías salido del lugar.


Entonces salí, solo, a buscarte. Y había mucha luz, y había un zumbido en mis oídos. Entonces pensé que había explotado un misil nuclear cerca o algo así, porque sabía que me había quedado ciego y sordo. No sé si te encontré. Creo que no lo hice, ya no lo recuerdo.

Elucubraciones de un adicto al Jet-set

Jamás he sido un galán, jamás me han llovido las mujeres y no hay una fila de chicas peleando por mi afuera de mi casa. Vaya, ni siquiera recuerdo que hubiese una mujer que haya dicho: "Vaya, ese tipo se ve guapo, me le acercaré", tengo muy mala suerte en eso de las mujeres.
Sé que no soy muy guapo, no tengo dineros por montones, mucho menos el coche del año. Pero sé una que otra cosa sobre aquellos seres de cabellos largos y faldas cortas (sonó muy misógino, pero en mi mente se leía genial); dice mi mejor amigo que yo sólo pienso en dos cosas, en problemas y en mujeres. Y bueno, eso es lo primero que sé de las mujeres: son un problema.

No son un problema terrible como las guerras o el hambre, pero son un problema. Al principio intenté enfrentarme a esa situación como enfrento la mayoría de las situaciones: No tomándolas tan en serio. Y entonces empecé a salir con mujeres y a conocer mujeres y a besar mujeres, pero sobre todo empecé a querer a las mujeres. No contaba que ellas querían enseñarme la segunda cosa que sé de las mujeres y dejar inutilizable mi estrategia de no tomarlas tan en serio: Las mujeres están locas.



Todas.
Sí, tú también.


También tu mamá.


Tu hermana tiene vagina? Está loca.


Tienes novia? Loca también.


Locas. Todas.


Pero platicando con esta mujer (también está loca) me dí cuenta que no todas están locas por las mismas cosas. Algunas están locas de celos, locas por los hombres, locas por el dinero, locas de atar, locas por robarte el corazón para luego dejarlo en la calle a que le pasen tres camiones de volteo y luego devolvértelo hecho mierda y decirte "ay, es que eres mi mejor amigo", locas en fin. Así que decidí enfrentarme a esta otra situación haciendo lo que mi corazón (lo curioso de mi corazón es que se encuentra en mi pene) me dijo: Tomar a las mujeres en serio. Entonces me acerqué a un espécimen extraño llamado "La mujer que es tu amiga" y empecé a escuchar sus consejos, me decía que tenía que cuidar a las mujeres, liberarlas del yugo de los hombres, protegerlas de las injusticias porque son como frágiles pétalos de un crisantemo en un pantano de hombres. Y así lo hice, y siempre obtuve la misma respuesta: "Rafa, eres un buen chico, pero no eres lo que estoy buscando."

Fue como a la quinta vez de escuchar la misma letanía que aprendí la tercera cosa que sé sobre las mujeres, además de la cuarta: Las mujeres no saben lo que quieren.



Y si lo saben, no saben como pedirlo. Al menos en lo que hombres respecta, piden igualdad y al mismo tiempo piden facilidades, piden ser tratadas como damas siendo groseras con los hombres (no todas, aclaro), piden sexo y luego dicen sentirse usadas. Ahí fue cuando aprendí la cuarta cosa que sé sobre las mujeres: Las mujeres no son frágiles pétalos de crisantemo en un pantano de hombres. Las mujeres son unas cabronas. Les gusta jugar con su comida, son (citando a Sabina) inocentes y perversas como un mundo sin dioses.


Dice Arthur Schhopenhauer que las mujeres son seres que están atrapados entre el ser adultos y niños. Yo sé que Arthur era un misógino de lo peor y también sé que era muy cuate de un fulano llamado Emil Cioran, del cual rescato esta cita:

"Ningún hombre escoge la vía del sarcasmo sin la ayuda de una enfermedad venérea o una mujer intratable"

Cuando hablaba sobre Diógenes (JA! Acabo de hacer un combo gigantesco de Cínicos).



Fue después de aprender todo esto que me armé de valor y me enamoré otra vez con un plan diferente ideado sobre lo aprendido: A las mujeres hay que decirles mentiras para tenerlas contentas.


Entonces fui feliz por un rato.


Y de ahí me cayó chahuiztle y me llevó la chingada.


Las mujeres mienten, mienten más que los hombres por una sencilla razón: Las mujeres hablan más, tienen más oportunidades de mentir. Pero, yo creo, que las mentiras de las mujeres son más cabronas, yo mentía sobre mi paradero para ir de vez en vez con los cuates por la cerveza o por un cigarro cuando estaba estresado. Pero las mujeres mienten sobre cosas grandes!

Yo veo el acto de mentir como construir el soporte de algo, si va a soportar algo pequeño no hay problema, como una canasta que lleva flores, puedes llenar tu canasta de flores (pequeñas y olorosas mentirillas) y llevártela tranquilo, sin dañar a nadie. Pero las mujeres quieren meter un PUTO elefante en la canasta. Cuando yo mentía sobre llegar cansado, ella mentía sobre la cornamenta que empezaba a crecerme en la mollera.



Ahí fue cuando aprendí la quinta cosa que sé sobre las mujeres: Con las mujeres nunca se gana, sólo se retrasa tu derrota. Fue entonces cuando reconsideré el plan de acción y me dije: "Bueno, por qué si de todos modos voy a perder, por qué me esfuerzo en entender a las mujeres?" 


Fue en ese momento, ese precioso momento cuando aprendí algo, no sobre las mujeres, sino sobre mí, la verdad más profunda de todas, y creo que muchos hombres podrán identificarse con mi caso:


No sé pinche nada sobre mujeres.




Sucio de tiempo



El momento que espero con más ansias en el día son esos veinte minutos que paso en la cama antes de dormir, esos veinte minutos son mi pan de cada día. Pienso siempre en todas las cosas que fueron y que ya no son, en mis errores, casi siempre pienso en mis errores, trato de decirme "Hey, sólo duerme, mañana tendrás otra oportunidad de hacer mejor las cosas" pero últimamente el flagelarme psicológicamente se me ha hecho adicción, por lo menos en esos veinte minutos. Supongo que pasa porque es cuando estoy más vulnerable, en esa cama no hay amigos, no hay abuela, no hay videojuegos y no hay libros, sólo está Rafael y su cabeza.

Hoy estaba rumiando la mierda habitual cuando se me ocurrió una brillante idea: Tratar de recordar en que momento mi vida empezó a girar fuera de control. Aún lo recuerdo. Fue un miércoles.

 Yo regresaba de la escuela, sabía que era lo que tenía que hacer, no estaba cansado, no estaba hambriento, no estaba triste, no tenía excusas. Sólo no hice lo que tenía que hacer.

Auto-sabotaje en su mejor expresión y ¿Por qué?

Culpa, chamacos. Culpa. De todas las cosas malas que hice, ese maldito pensamiento de ¿Por qué una persona tan horrible como yo merece ser feliz?  fue lo que me hizo detenerme por un momento, fue cuando decidí que quería que mi vida y mi esfuerzo, mucho o poco, se fuera a la mierda. Y ¿De dónde salió ese maldito pensamiento y esa puta culpa?

De esos veinte minutos que pasaba pensando, en lugar de pasarlos intentando mejorar, intentando perdonar al mundo y a mí.

Y entonces escribí esto. Porque necesitaba decirme:

Rafael. No es tu culpa. Nunca lo fue. Tú mereces ser feliz, tú más que nadie lo merece.
Eres un hombre fuerte, eres un hombre bueno. Y aunque todos te manden al carajo, yo siempre estaré orgulloso de ti. Tú vales más que esos veinte minutos. Duerme tranquilo.


Y ya.

Zapatos de tierra

Han salido a correr?
Es algo diferente, no creen? Yo solía hacerlo, a veces lo hago. Pero es como escribir, sólo cuando me dan ganas o no puedo con lo que tengo dentro de la cabeza y tengo que sacarlo, ya sea en sudor o en tinta. Pero correr, correr me cambia las cosas.

Vivo en una ciudad con mar, casi siempre está soleado, pero en noviembre y en diciembre entran los frentes fríos y con ellos llegan vientos con mucha fuerza, levantan la arena de la playa y la sacan a las calles y a las casas cerca del mar. Es impresionante pararse frente a ese inmenso titan de agua y sal, sentir como puede destruirte en segundos si te atreves a enfrentarlo, sentir como la arena te lastima la cara y el viento se burla de tus intentos de mantenerte quieto.

Siempre que iba a correr a la playa en noviembre/diciembre, llovía. E iba sin audífonos; me gustaba escuchar el plaf, plaf, de mis zapatos en los charcos cuando rebotaban en el piso. Había veces que me movía la tristeza, otras veces me movía la rabia, la alegría también es buen combustible.



Hubo un día, que me puse mis zapatos negros para correr, mi sudadera naranja y los shorts negros y salí a correr. Entonces la vi, me llamaba la arena, era casi de noche y había mucho viento, las palmeras estaban casi paralelas al piso de lo mucho que el viento las movía, la arena formaba muros con el viento y las el sonido de las olas lastimaba los oídos; la playa había preparado ese momento perfecto para que me encontrara con ella. Me quité los zapatos y corrí en la arena, corrí y corrí hasta que no pude más, fueron varios kilómetros de sentir la arena quemándome los ojos, los vidrios enterrándose en mis pies, el sudor manchando mi sudadera, el mar entrándome en los oídos. Fue el momento más feliz de mi vida.

Terminé mi carrera y lloré. Lloré todo lo que no había llorado por todas las cosas que había perdido por no hacer lo que hice precisamente ese día: Seguir adelante a pesar de todo.



Es tan fácil darse por vencido, digo, sólo tienes que detenerte y regresar a casa. Es fácil, la vida va a seguir si te detienes, nada cambiará, para qué correr? Para qué seguir? No vas a ningún lado de todos modos?

No. No hay que correr porque cambie algo, no hay que seguir para demostrar algo, no hay que moverse para llegar a algún lado.



Hay que correr porque ahí está el camino. Sólo por eso. Y seguir, seguir, seguir.

Me sangraron los pies. Pero ese día no corrí con ellos, corrí con mi alma y el camino me lo recompensó con el regalo más divino: Realidad, catarsis.

Llovizna

Cuando paso por el paseo de las virtudes y siento la mirada de Fortaleza, Templanza, Justicia y Prudencia sobre mi cabeza siempre busco en los reflejos de las ventanas a aquellos amantes que recorrieron juntos las calles empapadas de jazmín y buganvilia. A veces creo mirarles sentados en las bancas que están sobre el ágora de la ciudad o asistiendo a alguna función de teatro, comprando los boletos para el cine o haciendo la despensa en un lugar cerca del cementerio.

Los busco en los parques y en los restaurantes, los busco en la ciudad y los busco en los bosques. Hasta cuando estoy solo en mi habitación busco a aquellos amantes que fueron tan felices y se amaron tanto, tanto. Me pregunto a menudo, si habrá alguna manera en que alguien pueda regresar a su pasado y sólo ser testigo de él, dejarlo prístino y tal como es (fue); sólo observarlo, me pregunto si paseando por esta ciudad encontraré al amante que antes fui y a la amada que solía amar. Me pregunto si ellos podrán verme a mí. Dicen que cuando te asomas al abismo el abismo también se asoma en ti.

 A veces pienso que el olvido fue misericordioso y me dejó como memento una cáscara de lo que fue, para mí, una gran historia, el fruto más dulce, la derrota más dura. Me dejó una cáscara y una cicatriz, me pregunto si así como tengo esta tendré más. A veces pienso si podré ser capaz de ser aquél amante que solía ser, un poco menos sensato, un poco más seguro. ¿Qué si cambiaría mi poca experiencia por la anterior inocencia? Cualquier día.



A veces pienso que entregué todo, a veces pienso que me da miedo volverlo a hacer, a veces pienso que lo que pasa en realidad es que ya no hay nada que entregar. A veces pienso que nunca actúo. A veces pienso que no debería seguir buscando a esos amantes en las calles de la ciudad. A veces me pregunto si existieron siquiera.

A veces te encuentro.

A veces te encuentro
En el olor de las guayabas
En las sonrisas de los niños
En las nubes lejanas

A veces te encuentro
Cuando llueve en mi habitación
Cuando hay niebla en mi pecho
Cuando las aves emigran
de los nidos de mi balcón

A veces te encuentro
Cuando mis dedos gritan
Y me piden tocarte
Y esculpen en tinta
tu cuerpo lejano

A veces te pierdo
Entre montañas de papel
En los castillos aéreos
En las pláticas de amigos
Te pierdo en mis costumbres
Pero a veces te encuentro.

Y cuando te encuentro
Me pierdo yo.