Vivir en vano

50 pisos.

Un recuerdo dentro de un recuerdo.
Recordó como la tela de su vestido se resbalaba por la piel quemada por el sol y caía sobre la alfombra verde del estudio. Era un vestido verde. Le gustaba porque era fácil quitárselo a Amanda antes de hacer el amor. Ella nunca permitía que él se lo quitara, ella tenia que dejar de besarlo y se bajaba de la cama, se ponía de pie y se quitaba el vestido. No lo hacia de forma sugerente, pero había una tácita sensualidad que sabia que era sólo para él.

En la foto ella llevaba el vestido verde y se desengaño de la pertinencia de ese sentimiento. "Se llama miguel" le dijo ella sonriendo mientras sostenía el teléfono "Lo conocí en Madrid cuando estaba haciendo la maestría."

43 pisos.

Miguel tenia los dientes chuecos era moreno. Aparentemente no era europeo. Aparentemente era chileno. Uriel sintió de nuevo como la bilis y el miedo se le acumulaban en la boca del estomago cuando su cartera salió volando desde el bolsillo de su chaqueta beige y se perdió en el cielo. Tembló como cuando vio la foto de Amanda y miguel. "Cómo la canción de Mecano" pensó. Pero no era Amanda, era Anna. No importaba ya.

37 pisos.

De nuevo se encontraba sonriendo con el celular de Amanda en la mano. "Felicidades" mintió. Amanda le dijo que se casaban en julio en san miguel de allende, donde su papá tiene la finca.

Hacia frio, pero recordaba como Amanda dormía desnuda en la cama improvisada con su ropa tirada en la tierra. Y él la miraba dormir. Era la primera vez que visitaban la finca con la familia de Amanda. Y cuando ella se empezó a quitar el vestido con sus padres borrachos a solo unos metros, de nuevo sintió miedo.

32 pisos.

Vio su oficina pasar fulminante.

Claro que iría a la boda.

30 pisos.

¿Por qué me dices esto?

La calle se veía reventar de gente, algunos corriendo y otros cayendo. Algunos sobre los coches, como esa famosa fotografía de la mujer que saltó de un edificio.

Era junio. Las buganvillas de la banqueta empezaban a florecer.

Que mi tumba huela a primavera, pensó.

24 pisos.

Amanda prefería los girasoles. Siempre dijo que eran como ella. No hablaban de un amor romántico y tragico como las otras Flores. No tenían la pasión de las rosas o la solemnidad de los tulipanes. Los girasoles se quitaban el vestido sobre la alfombra. Los girasoles estudiaban arte en Madrid porque no querían aprender francés y se casaban con chilenos de dientes chuecos en junio, julio. Lo que sea. Los girasoles nunca escuchaban musica en inglés y veían películas de Wes Anderson.

Los girasoles eran unas putas. Dijo.

20 pisos.

Amanda. La vio cayendo junto a él. Abrazando al hombre de los dientes chuecos.

Y murió de tristeza antes de tocar las buganvillas de la acera.

12 pisos.