Mowgli

Me da mucho miedo que ya no estés en mi vida.
Deja la idealización a un lado. Me siento bien contigo. Quiero seguir sintiéndome así.
Es como si nos hubiesen cortado del mismo árbol. No tengo que planear absolutamente contigo. Fluimos. No quiero perder eso.
Me da miedo enamorarme de ti y que te vayas.
Estoy acostumbrado a que este tipo de cosas, las sentimentales, me salgan mal. Que la gente se vaya, o alejarle. No quiero que eso me pase contigo. No quiero que te vayas.
Tengo miedo de pensar que todo va a salir bien y que todo salga mal.
Dijimos la otra vez que si no podíamos estar juntos ahora, nos buscaríamos después. Como antes. Tengo miedo de que cambies y de cambiar. No quiero buscarte otra vez. Quiero estar contigo ahora.
No me da miedo tu intensidad. No me da miedo tu apego. No me da miedo tu locura ni la mía. No me da miedo tu horario. No me da miedo la distancia. No me da miedo que me duela cuando te vayas. Me da miedo que te vayas.
Quiero que hagamos muchas cosas juntos. Viajar. Comer. Conocer. Vivir, carajo.

A mis amigos.

Las calles eran nuestras. La ciudad era nuestra. Estábamos en la flor de la vida y lo sabíamos. Conquistamos todos los rincones de la ciudad y nos refugiábamos aquí, en esta casa. Era nuestra guarida. Rompimos todas las reglas y conocimos todos los excesos. Sufrimos las peores resacas y besamos a todas las muchachas.

Éramos los tres amigos, tres distintos, los tres contentos y desafiantes. Se nos iban las noches en reír y platicar, hacer planes y burlas.

A esos dos muchachos les debo, sin ellos saberlo, mi vida. Me recogieron de un abismo muy oscuro. Le devolvieron la sonrisa a mi rostro y la seguridad a mis pasos. Me hicieron recordar que la vida sigue, no importa qué tanto uno se equivoque y que estamos terriblemente condenados, a pesar de todo, a ser felices.

Sí, éramos unos borrachos y nos conocimos entre latas de cerveza, pero si hay una amistad verdadera en este mundo fue esa. Es esa.

Hoy se nos perdió la bravura, la osadía y la fiereza con la que desafiábamos a la ciudad. Perdimos el rumbo y cometimos errores. Y me enoja. Me enoja muchísimo. Porque ustedes no deben perder jamás eso que una vez me contagiaron: las pinches ganas de vivir.

Váyanse a la verga, Porras y Rivas.