Song to say good bye

Escribo esto no a manera de reproche, sino como la última letra en una oración que no había podido pronunciar. Mi acuse de recibo, mi despedida, si se me lo permite.

Lo has logrado.

Hiciste que finalmente perdiera la razón.

Cuando te conocí supe que no iba a ser sencillo. Sabía que aquellas pequeñas expresiones eran símbolo de algo más profundo y violento, como pequeños sismos que anuncian una gran erupción; a pesar de eso decidí seguir.

No era motivo de preocupación al principio, yo podía entrar y salir cuando quería de el estado en el que me encontraba. Recordando creo que todo inició con culpa. Me sentía culpable de haber despertado algo en ti que no podía sostener. Verás, yo no creía poder quererte de la manera en la que tú querías. Sin embargo, decidí seguir.

Después llegó el miedo. Lo regaba constantemente con las palabras de otrora amigos hasta que creció en mí ese miedo que sólo siente la gente que llega a querer a alguien, miedo a la traición.
Vi en tus ojos el arrepentimiento sincero del que roba por hambre. Y con la esperanza de redimirte y redimirme, me comí tus pecados y decidí seguir.

Había razón para temer? En ese momento creo que no. De verdad creías en ti así como yo decidí hacerlo. Fe. Qué gran paradoja es la fe. Nos incita a vencer el miedo a pesar de la incertidumbre, pero se nos olvida que de la ignorancia nace, de nuevo, el miedo.

Te tuve fe.

Y de la fe nació el amor.

Y te amé.

Abrí mis cicatrices para lavar con mi sangre tus heridas y besé tus pies.

Y fue tanto lo negro de mi sangre y tan grande el eco de tu risa que no pude ver
Ni escuchar
Tu traición.

Y me llenó. Y para sentirte más cerca hundí mis garras en tu piel y laceré tu carne, pero ya no estabas tú. Sólo estaban las migajas que la rabia había dejado de ti.

Y ahora, estoy aquí. Con la aguja entre los dedos sin saber si abrir nuevas heridas o empezar a coser las viejas.

Lo que ya está roto no se puede romper.
Lo que está muerto no puede morir.
Verla abrirme la puerta era como si alguien apagara el frío y la lluvia de afuera.
Cuando ella abría la puerta, abría dos puertas.
Verá, había una en la casa y había una en mi pecho.
La de mi pecho hacía que el calor entrara y la de la casa, que el frío saliera.
Y cuando salíamos a caminar, nunca le ponía candado.
Porque yo siempre la amé con la puerta abierta.

Mi primera historia de fantasmas.

Me gustaba. La veía todos los días. Jamás hablábamos. Le sonreía, me sonreía. Un día la saludé con la mano. Ella también me saludó. Ahora siempre la saludaba. Jamás le dije nada. Nunca le hablé. Ayer se comprometió. Se va a casar.

Güimen

Me han llamado misógino infinidad de personas: amigas, maestras, primas, compañeras de trabajo. Sin embargo no me lo dicen como reproche, ya que cuando hablo sobre la situación de las mujeres (ojo, la situación, no LAS mujeres) trato de mantener mi opinión lo más al margen posible y decir lo que hay. Y no me tomo a mal que me digan misógino, yo no soy misógino. Al contrario, me encantan las mujeres, si por mí fuera estaría todo el día encerrado con mujeres desnudas y desnudo yo también porque, igualdad. ¿No?

(Sí, soy algo misógino)

Pero no me doy cuenta. Y ustedes tampoco se dan cuenta cuando son misóginos y las mujeres no se dan cuenta cuando son misóginas. Porque los individuos no somos misóginos, el ambiente es el que odia a las mujeres. O no le importan las mujeres, yo que sé.

Hagamos un ejercicio, ¿les parece?

Abramos todos dos pestañas en google. Busquemos en la primera Man of the year y en la segunda woman of the year.

¿Quién aparece en la primera? ¿Obama? ¿Vladimir Putin? ¿Mark Zuckerapellidojudío?

Y ¿Quién en la segunda? ¿Katy Perry? ¿Selena Gomez? ¿Gloria Trevi?

Fácil. Ahí vemos lo que la sociedad le exige al hombre. Tiene que ser poderoso, inteligente, rico, exitoso y sí es apuesto es algo irrelevante. Ahí tienen a su superhombre, ¿No les daría miedo encontrarse al segundo de esa lista en un callejón oscuro? ¡Claro que sí! Saben bien quién es. Es alguien que se definió así mismo y cambió algo. Minúsculo a lo mejor, tal vez no haya cambiado algo para bien, pero hizo algo.

En cambio. ¿Qué se le exige a la mujer? Fácil. Que esté buenísima laijadesupuctamadre.
Nada más.

No tiene porque ser inteligente. No tiene ni siquiera porqué hablar, existe el autotune. No tiene que esforzarse por escribir, digo... Pero mírenla, ¡Qué buena está, la cabrona!

Eso se le pide a la mujer del año. Que sea un objeto masturbatorio de los miles y millones de hombres que no son hombres del año. ¿Quieren ser las mujeres del año? Pónganse buenas y sonrían. A nadie le importa lo que piense la mujer del año.

Y no sólo en sus exigencias es cruel este ambiente. Es cruel en su desarrollo.

La mujer del año, o mejor aún, las aspirantes a mujeres del año (ustedes chavas que quieren estar buenotas pal verano), con el tiempo pierden valor. Literalmente, valor económico.
Las cosas en las que invierte la mujer del año son boletos de lotería; sirven para sólo una fecha y nadie asegura que te saques el gordo (literalmente, en este caso).

Todo está en el papel que llevan en el mercado sexual, no son accionistas: son los bienes.
Ustedes no compran, son compradas. Son una inversión a corto plazo.

En 20 años el valor de una aspirante a mujer del año se vuelve microscópico. Las arrugas, la edad, la neurosis de saberse un objeto termina venciendo lo rico que se movieron anoche.

Y al hombre del año no le pasa eso. Un hombre del año puede ser un fracasado, pero su verdadero valor en el mercado sexual alcanza su cúspide a los 35 y 40 años. Estabilidad económica y social pero sobre todo, mental, en contraste con su contraparte histérica (por histerión, útero, no por la enfermedad mental).

El fracaso de la mujer del año consiste en que engaña a la muchacha para que haga malas inversiones. Coger por estudios, ser madre por ser puta, ser irresponsable por ser divertida.

¡Pobre mujer del año! Le pica pero no sabe donde rascarse. Sabe que algo no está bien pero no sabe qué es. Y es eso, es que no sabe. Lo que sabe es lo que conoce y lo que conoce es que todo mundo se la quiere tirar. Es como una pizza, ¡Qué rica la pizza! Sabrosa, rica, jugosa como la mujer del año. Pero la pizza se come. Pobre pizza, destinada a desaparecer por ser sabrosa, como la mujer del año.

Lo bueno es que no todas las mujeres son mujeres del año. Píquenle a la segunda página de google en su búsqueda por la mujer del año. Miren a esas mujeres, las ignoradas. Las que nadie voltea a ver. Angela Merkel, Patricia Greenfield, Dilma Roussef, e incluso las que no aparecen en Google. Esas mujeres que están en casa educando a una generación, las que se muerden la mitad del útero para sacar a sus chamacos adelante y darles una buena educación para que sean hombres del año y no sean mujeres del año.

En el mundo también hay mujeres de a de veras. No esas barbies de plástico que venden en Walmart. Hay mujeres que se definen a sí mismas. Mujeres que saben ser mujeres y no dejan que los hombres del año les digan como tienen que ser. A esas mujeres les vale TRES CUARTOS DE VERGA si soy misógino o no.

Día del Psicólogo.

En el 2009, el Dr. Emilio Ribes Iñesta publicó un artículo sobre la situación de la psicología en México. En éste expone que tenemos un psicólogo por cada 1000 habitantes en México, que sólo el 30% de estos psicólogos tienen un empleo fijo y de éste 30% sólo el 10% trabaja en algo relacionado con la psicología.

La psicólogo egresado en México se tiene que enfrentar a un panorama laboral muy hostil. Hay pocos empleos y muchos de éstos son mal pagados. Algunos optan por la práctica privada de la psicología clínica, pero ésta no es una fuente de ingreso constante.

 Una de las razones por las que no hay trabajo para los psicólogos es que nadie sabe en realidad qué es lo que hace un psicólogo. Muchas veces ni los mismos psicólogos saben qué es lo que hacen. Los programas de estudio en psicología a menudo se concentran en que el estudiante aprenda a dominar y a interpretar instrumentos psicométricos, convirtiendo a lo que debería ser un científico de la conducta y los procesos mentales, en un simple técnico lumpenizado. No hay verdadera formación epistemológica en las instituciones encargadas de formar psicólogos.  Evidencia de ésto son los miles y miles de planes de estudio que existen de psicología en México, la carencia de bibliotecas especializadas en psicología y la poca validez que tienen las investigaciones en psicología que se realizan aquí.

 Un estudiante de psicología puede terminar la carrera en una universidad promedio sin haber leído más de un libro por semestre, y éste no tiene que ser de psicología.
 Los maestros que vienen formados en una escuela de psicología que, para empezar, no se formó con psicólogos (en la primera carrera de psicología que hubo en México, en la UNAM, no había un solo psicólogo dando clases) y no les exigen a sus alumnos comportarse como psicólogos, porque ellos tampoco han visto uno en su vida. El psicólogo en México nace entra a la escuela y sale de la misma manera, sólo que con un montón de información (ojo, no conocimiento) revuelta en su cabeza que a veces forma oraciones coherentes. Y como crecen en la escuela de la "libre asociación", creen que lo que dicen es igual de válido que lo que es.

Y éstos alumnos salen al mundo laboral esperando ser obreros, pero se les resbalan las herramientas de las manos. Sí, todos conocemos a un psicólogo que gana un montón y que es un súper exitoso económicamente. Pero, deberíamos preguntarnos: ¿realmente consiguió ese trabajo por sus habilidades de psicólogo? ¿Podría realizar el mismo trabajo sin haber ido a la universidad? ¿Haciendo una investigación rápida en internet?

Justamente ahora hay licenciados en psicología dando acompañamiento terapéutico a clientes sin haber tenido una buena formación clínica. En otros países, donde se ha desarrollado la psicología, uno no puede dar terapia sin haber tenido estudios de posgrado o especialidad en psicología clínica. Y eso afecta mucho a la imagen que la sociedad tiene de nosotros, se nos ve como incompetentes, enfermos mentales y lo somos. Lo somos porque no se nos da una buena formación y se nos da atole con el dedo, y tampoco nos interesa buscarla. Se le da esa falsa sensación de seguridad al estudiante de psicología de que lo sabe todo, de que no necesita leer. De que saliendo de la carrera será un Piaget, un Vigotsky, pero no hay nada más lejos de la verdad. Porque ni siquiera han leído a Piaget o a Vigotsky.
Queramos o no, la clínica es el estandarte que nos representa. Cuando dicen psicólogo no nos imaginamos a un señor yendo a escuelas investigando sobre cooperación o sobre identidad, nos imaginamos a un tipo escuchando a un cliente en un diván.

No hay mucho que celebrar en el día del psicólogo en México, para empezar, porque no hay psicología en México. Aquí sólo consumimos información arcaica que se le cae a otros países de la boca. Y sólo tenemos acceso a estas sobras (que vienen de países atrasadísimos en psicología como España o Argentina), porque la barrera del idioma. Uno no puede ser psicólogo sin leer en inglés. Toda la psicología está escrita en inglés.
No hay mucho que celebrar porque no representamos lo que debería ser un psicólogo, seguimos trabajando con herramientas y paradigmas obsoletos. Y, me atrevo a decirlo, no hay nada que celebrar porque muchos psicólogos no saben ni qué carajo están estudiando. No pueden definir lo psicológico.


Y no me hagan hablar del psicoanálisis. Que para empezar no es psicología. Y es más un contrato social a un conocimiento válido, es un club, no una escuela. No existe tal cosa como la validez en el psicoanálisis y que un psicólogo lo utilice a como a él se imagina que es, es irresponsable y, honestamente, me da asco.
Sí, Freud fue un genio, pero tenemos que tomar en cuenta que todo el conocimiento está condicionado por la situación temporal, espacial, social, cultural y hasta biológica. Lo que él observó ha cambiado y cambia hasta por la situación geográfica. NO ES VÁLIDO.

Ya.



Feliz día del psicólogo.

Sueños

La abracé muy fuerte y le dije: "Me da mucho gusto que aquí no hayas cambiado."
"Pues, aprovecha. Porque allá sí cambié."

Los dos sabíamos que yo estaba soñando. O sólo yo.

Después de eso, desperté.

Vive

 Tengo una relación extraña con el país en el que nací y en el que vivo
Para empezar, no puedo llamarle mi país, no es mío. Yo no creé, ni lo vi crecer, jamás jugué con él ni le di de comer. No me pertenece y definitivamente no le pertenezco.
No siento bonito cuando México gana la copa del mundo, tampoco sé si México ha ganado la copa del mundo. El tequila no se me hace de las mejores bebidas del mundo y los escritores mexicanos (yo entre ellos, sí, ajá) son, a mi parecer, insípidos.


 Me gusta su música, eso sí. Sus compositores y su comida me encantan. 
También hay mujeres guapas acá, pero con eso de que aquí se lee un libro al año hay que elegir si uno la quiere guapa o la quiere lista.
Me gustan sus plantas y el olor que tienen los caminos de sus ciudades más viejas, un olor como a madera podrida y fruta echándose a perder que no es desagradable, es como amarga y dulce, ustedes saben de qué estoy hablando.

Me gusta la gente de aquí, pero la gente que sí es de aquí, no los mestizos (yo soy mestizo) ni los gachupines que creen que seguimos en 1520. Es gente que no ve para arriba ni para abajo a nadie, gente que sabe ser gente. No tienen el prejuicio de los mestizos que piensan que por tener un poquito de lo peor de los españoles en la sangre son superiores que la gente de aquí. Ni son como los gachupines, que piensan que van a enseñarles a vivir a los locales en un lugar que no pueden entender. 
La gente de aquí, los que de a de veras son de aquí (se queda dormido)

Otra cosa.

Sonaba en mi celular Desolation Row.
Yo llevaba unos lentes de sol muy viejos que le robé a mi papá. Se los había regalado mi mamá cuando empezaban a salir, me gustaban porque se veían de hace mucho tiempo.
Tú tenías una blusa verde sin mangas. Estábamos caminando con todos los demás. Era medio día.
Te puse bloqueador en la espalda.

Después fuimos a un parque de diversiones. Esperábamos a tu amiga cuando te abracé y te pregunté que porque no eras mi novia. "No sé" dijiste.
"Yo si sé" te contesté.
"Ah ¿sí? ¿Por qué?"
"Porque te da miedo."

Te reíste y te di un beso en la nariz, tú me besaste la barbilla.

La noche anterior, todos los muchachos nos íbamos a poner borrachos. Yo mismo había comprado una botella para compartir, la había escondido en mi mochila pero tú ya sabías que ahí estaba.
Me senté junto a ti en el camino al hotel. Justo antes de bajar me dijiste:
"Puedes tomar y no me enojo, pero por favor... No fumes."

No hice nada de eso. Hasta la fecha los muchachos se acuerdan y se ríen de mi excusa.

En el museo al que fuimos te compré una pulsera de aluminio, era verde.

En el camino de regreso escuché Desolation Row. Y recuerdo que soñé contigo.

En ese entonces tus amigos me odiaban, los míos te odiaban. Todo mundo sabía que tú y yo teníamos algo pero nadie nos decía nada. Todo mundo decía que nos habíamos besado, en clase, en el viaje, en el autobús. Pero jamás lo hicimos.

A veces juntabas tu nariz con la mía o te besaba la nariz y tú me besabas la barbilla.

Creo que una vez te dije que la única razón por la que no nos besábamos era porque alcanzabas mi boca ni yo la tuya. Tal vez nunca te lo dije.

Me acuerdo que llamaba a tu casa para recordarte que tenías que tomarte la medicina. Te hablaba después de la comida y antes de la cena. A las 9:30 ya no podía llamarte porque tu papá se enojaba.

Yo estaba loco, nunca supe como me aguantaste tanto tiempo. Pero qué bueno que lo hiciste.

¿Has notado?

Has notado cómo me tiemblan las manos
de miedo y de ansiedad
cuando no puedo tocar las tuyas
aunque me maten las ganas de hacerlo?

No has notado cuando mi mirada
se queda pasmada en un detalle tuyo?
En tu nariz, en tu pelo, en tus ojos?
En tu sonrisa, en tu risa, en tu enojo?

Has notado cuando confundo
tu sentimiento con el mío
y siento tus intenciones como mías
y tus pensamientos como propios?

Cómo cuando siento que, como a mí,
te tiemblan de miedo los labios
con terror y premura de besarte
aunque estén tan lejos de hacerlo?

No notas mi frío al dejarte?
No notas mi alegría al verte?
No notas mi ansia de tenerte?
Mi miedo a ti?

Mi miedo a pronunciarte
a decir en voz alta
lo que mis manos gritan
cuando tocan la taza de café?

El miedo de pensarme junto a ti
de pensar, intentar tocarte?
No notas lo que siento,
estruendo en mi pecho,
resonando en mi corazón?

Notas, acaso, la morada
segura y cálida, calmada
que es tu imagen
en mi mundo de terror?

Has visto mis ojos llorando?
Mis piernas temblando?
Mis manos cediendo?
Mi voz quebrando?

Has visto a un ave dudar en el vuelo?
A un relámpago regresando a la nube?
A la lumbre mojar el acero?
A un corazón llorando de miedo?

A un hombre regresando al hogar?
A una botón convirtiéndose en flor?
A un violín cantar el amor?
A un recuerdo provocando el dolor?

¡¿Me has visto a mí cantando tus ojos en la noche
gritando tu boca en la luz
rogando por tu mirada en la soledad?!

Has notado a aquél mendigo
cuyo más grande tesoro
es aquel oro blanco
que esconde aquél cofre carmesí?

Aquella sonrisa que el sueño me quita
y el sosiego me arrebata?
Y nada más provoca
que más razones para provocarla?

Has notado, oh mujer,
has notado?
El terremoto que en mí has desatado?
La guerra que en mi alma has calmado?

Los suspiros que has provocado?
Los sollozos que has comenzado?
Las sonrisas que has empezado?
Las dudas que has comenzado?

Has notado
que a tus pies se encuentra un hombre
un hombre firme y sin dudas
y por tu amor, glorioso y derrotado?

Has notado, oh mujer.
Que el incendio en mi alma,
con tu sonrisa y tus ojos,
has expandido y a la vez calmado?

Holden Caulfield

Creo en la ternura de las almas marcadas por la tragedia.
Ese bálsamo de miedo que afloja a la amargura.
Que se le mete a uno en los huesos de las manos
para hacerlas de caricia fácil y de apretar seguro.

Es en las almas suaves donde la amargura deja la semilla
de la paciencia, la amabilidad y del consuelo.
Se riega con las lágrimas que se les secan a los amigos,
y con la lluvia que acompaña a los solos días fríos.

Sólo el que sufre sabrá dar alivio a aquellas almas
que poco conocen la pena.
No es de la risa donde nace el buen amigo:
es del llanto, del dolor, de la vergüenza.
Son estas almas las que están condenadas a sonreír por la vida
cargando una condena de gran tristeza y melancolía.
Los que sufren son los que en la tragedia encuentran el amor
por la felicidad de sus amigos.
Éstos pintan con sonrisas su amargura
Visten de risas a un malestar sombrío.
Porque conocen cuanto cuesta el sufrimiento
y no quieren dejarle la cuenta a sus amigos.

Ridi del duol, che t'avvelena il cuore...

Cuando cualquier persona, a través de un compromiso con la objetividad, se da cuenta del sinsentido de su vida, no le queda más que refugiarse en el cinismo o en la Fe; que son formas más sofisticadas de auto engaño.
 El no hacerlo llevaría al individuo a perder cualquier voluntad de seguir viviendo. En el caso de la Fe, esta voluntad sería la promesa de un amor incondicional y una vida mejor después de la muerte (otro sinsentido); En el cinismo, incordiar a los demás.

Sea cual fuese el caso, uno se tiene que enfrentar al hecho de que no podemos entender ni justificar nuestra existencia, que estamos determinados por cuestiones que no elegimos (sexo, raza, posición geográfica, cultura...) y que cualquier tipo de libertad que podamos imaginar no es más que una ilusión, y que lo más cercano a ésta es el conocimiento de que podemos terminar con nuestra vida en el momento que nos plazca.



Si decidimos no hacerlo, es importante recordar que cualquier tipo de analgésico espiritual perecerá en poco tiempo y que lo único que puede aliviar realmente ese malestar es encontrar a alguien con quien compartir nuestros achaques.