Si algo me distinguiera sería mi forma de ser, que tampoco es muy extraordinaria, sólo me hace un poco diferente, pero no interesante como un buen dibujo en un cuaderno lleno de hojas blancas, pero jamás una pintura o un mural; aún así no me quejo, me gusta mi vida, a veces quisiera ser más, como todos claro, subirme a una moto con dinero en un bolsillo y un paquete de cigarrillos en el otro, supongo que todos queremos eso.
Por alguna extraña razón me gusta estar triste, por lo visto, porque siempre que algo me sale bien tengo que encontrar la forma de cagarla, como con mi novia: todo iba bien "si mi vida, te amo" bla bla bla cosas de novios, y de repente se me ocurre deprimirme, así de la nada y nos estresamos los dos, ella por que me pongo así y yo por no poder dejar de ponerme así. Me encantaría dejar de hacerlo, pero siempre lo hago, opaco mis logros, los hago menos, no es modestia, es autosabotaje, un día de estos voy a terminar tirando mi vida a la basura por mi forma de ser.
Me siento como Holsten Caufield.
Antes me sentía gracioso, ahora no. Antes era un amargado, pero uno con clase, me burlaba de mi propia infelicidad y lo veía todo con un humorístico pesimismo, ahora no, ahora sólo me deprimo y no le veo lo gracioso. Lo único que no ha cambiado en este tiempo es que sigo fumando como locomotora. Tengo 17 años, llevo una vida que muchos desearían, una novia que me quiere, lista, guapa y muy linda, sin embargo siento que soy muy muy viejo.
Sólo me queda esperar a que la infelicidad toque a mi puerta para volver a ser feliz. Mi alegría es la melancolía y mi placer son estas molestias, como ya he dicho antes.
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