El cielo aprende a envejecer.

Hace tanto tiempo que no disfrutaba un día en casa como hoy.
Claro, para mi disfrutar es levantarme tarde desayunar cheetos y fumar cuando apenas es medio día.

Desde hace tiempo he estado pensando y...



Sigo pensando. No sé que más decir sobre esto, mi vida esta en un feliz y alucinado stand by.
Ya quiero que acabe el año, para ponerme de propósito dejar de fumar, y como todos los años no cumplirlo, pero que delicioso es pensar que tengo un poco de fuerza de voluntad. ¿Verdad?







Anything you say, my dear.

Los Sueños Tardan En Venir.

Estoy entrando en una etapa de mi vida en que todo parece llegar a un equilibrio, no me quejo. Todo parece ir bien. En realidad creo que alguien se metería a este blog para leer a alguien que todo le sale bien? Claro que no, por eso ya no escribo tanto (ni que me lo pidieran mucho) pero seamos honestos, mi vida no es remotamente interesante, soy un hijo de clase media con gustos y ambiciones comunes, me gusta el dinero y me gusta fumar, no soy nada fuera de lo común.

Si algo me distinguiera sería mi forma de ser, que tampoco es muy extraordinaria, sólo me hace un poco diferente, pero no interesante como un buen dibujo en un cuaderno lleno de hojas blancas, pero jamás una pintura o un mural; aún así no me quejo, me gusta mi vida, a veces quisiera ser más, como todos claro, subirme a una moto con dinero en un bolsillo y un paquete de cigarrillos en el otro, supongo que todos queremos eso.

Por alguna extraña razón me gusta estar triste, por lo visto, porque siempre que algo me sale bien tengo que encontrar la forma de cagarla, como con mi novia: todo iba bien "si mi vida, te amo" bla bla bla cosas de novios, y de repente se me ocurre deprimirme, así de la nada y nos estresamos los dos, ella por que me pongo así y yo por no poder dejar de ponerme así. Me encantaría dejar de hacerlo, pero siempre lo hago, opaco mis logros, los hago menos, no es modestia, es autosabotaje, un día de estos voy a terminar tirando mi vida a la basura por mi forma de ser.

Me siento como Holsten Caufield.

Antes me sentía gracioso, ahora no. Antes era un amargado, pero uno con clase, me burlaba de mi propia infelicidad y lo veía todo con un humorístico pesimismo, ahora no, ahora sólo me deprimo y no le veo lo gracioso. Lo único que no ha cambiado en este tiempo es que sigo fumando como locomotora. Tengo 17 años, llevo una vida que muchos desearían, una novia que me quiere, lista, guapa y muy linda, sin embargo siento que soy muy muy viejo.

Sólo me queda esperar a que la infelicidad toque a mi puerta para volver a ser feliz. Mi alegría es la melancolía y mi placer son estas molestias, como ya he dicho antes.

Un día me vas a hartar.

Un día me voy a cansar de ti, te voy a gritar todas las pendejadas que nos hiciste y me dirás que soy un egoísta y que no pienso en lo que yo te he hecho, tendrás razón, pero ya estaré harto. Un día me vas a hartar, oh vaya que me vas a hartar.
Como cuando uno pasa el dedo por una cuchara que tiene demasiada azúcar, o cuando escuchas una canción que te gusta mucho pero escuchas demasiado y terminas odiando, me vas a hartar. Y ese día que me hartes, después de haberte vomitado todo mi desprecio y hastío, llamaré al más fiel de los amigos e iré a emborracharme en las calles de la ciudad, celebraré que me hayas hartado y no sabrás más de mi, porque me habré ido, a ponerme la peda de mi vida y me habré largado de ésta pinche ciudad de a tres varos que odio.