Quiero darle las gracias a mis más grandes amigos de la infancia:
Charles, Antoine, Gabriel, Stephen, Ernest, Carlos, Horacio, Edgar, Arthur, Julius y Gary.
Porque los demás niños siempre me hicieron a un lado y ustedes me hicieron lo que soy.
Yo de niño no jugaba con Hot Wheels, ni al fútbol, ni tenía muchos juguetes, pero sí tenía muchos mundos a mi disposición, esperándome. Yo de niño toqué el hielo por primera vez con Aureliano, me rompieron el corazón con Pip, huí del Hotel Overlook con Danny, conocí al más antiguo de todos los dioses con Mixtli y estuve 84 días con un noble pero valiente anciano en una barca, pescando.
Le doy tantas gracias a mis padres por nunca haberme negado un libro. Por nunca haberme negado un mundo nuevo al cuál podía huir cuando me placiera: Macondo, Comala, Tenochtitlán; todos ellos fueron mi lugar de juego. Por eso nunca envidié juguetes, porque yo tenía mil mundos dentro de mi cabeza. Aún los tengo.
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