La mia allegrezza è la manicomia

Creo firmemente que el dolor nos hace mejores personas.

Estoy completamente convencido que las personas melancólicas y taciturnas, amargadas y solitarias poseen una ternura enorme que las personas falsamente risueñas y contentas jamás podrán alcanzar. Hay cierto encanto en la melancolía que te hace ser un poco más terrenal y apreciar mejor las cosas, desde el café de la mañana hasta el saludo de los amigos.

Sufrir te baja de huevos.

Yo creo que las personas deprimidas son los seres humanos más nobles que existen, con sus problemas y todo, les aseguro que un hombre triste les dará el regalo más preciado que tenemos: La confianza. Y sin que ustedes la pidan. Eso es algo que los hombres felices y contentos jamás podrían hacer, supongo que se debe a que los hombres felices tienen miedo de estar tristes. Pero les aseguro que no tiene nada de malo comulgar con la melancolía y la amargura, es un compromiso simple y leal con la humildad y el cinismo. La melancolía, sabiéndola llevar con humor, nos da una visión del mundo distinta y única.

El dolor nos hace más humanos y si es lo suficientemente fuerte nos da la oportunidad de reflexionar sobre nuestro pasar en la vida de los demás, porque te pones a pensar que no le desearías a nadie lo que tu sientes o piensas, ergo, te vuelves mejor ser humano. Estoy seguro que si supiéramos llevar ese dolor y encausarlo, en lugar de evitarlo, podríamos hacer cosas extraordinarias, curar el cáncer, solucionar el hambre, encontrar el amor, revivir a Colosio, yo que sé. 

He sido muy melancólico la mayor parte de mi vida, últimamente he intentado llevar un estilo de vida más alegre y jovial, pero siempre regreso con esa bella dama llamada melancolía, sólo que antes era un joven enamoradizo e insensato así que terminaba yéndome por el mal camino de la amargura; pero creo que ya llevamos una relación sana y no tan tormentosa como antes. Le doy su tiempo y le doy su espacio, dejo que me diga lo que me tiene que decir y continúo mi camino, en lugar de esperarla sentado como solía hacerlo.

Y ese dolor pequeño y ardiente que me deja en ése músculo fantástico que dicen que está en el pecho (pero en realidad se encuentra en la silla turca, en mitad de nuestro cerebro), es como el que sienten los niños en los huesos cuando están creciendo, porque me está pasando lo mismo: Estoy creciendo.

La melancolía es la etapa de crecimiento creativo, sentimental y espiritual más importante.

 Estoy creciendo mucho y a diferencia de mucha gente, esto no me causa pesar alguno.