Sucio de tiempo



El momento que espero con más ansias en el día son esos veinte minutos que paso en la cama antes de dormir, esos veinte minutos son mi pan de cada día. Pienso siempre en todas las cosas que fueron y que ya no son, en mis errores, casi siempre pienso en mis errores, trato de decirme "Hey, sólo duerme, mañana tendrás otra oportunidad de hacer mejor las cosas" pero últimamente el flagelarme psicológicamente se me ha hecho adicción, por lo menos en esos veinte minutos. Supongo que pasa porque es cuando estoy más vulnerable, en esa cama no hay amigos, no hay abuela, no hay videojuegos y no hay libros, sólo está Rafael y su cabeza.

Hoy estaba rumiando la mierda habitual cuando se me ocurrió una brillante idea: Tratar de recordar en que momento mi vida empezó a girar fuera de control. Aún lo recuerdo. Fue un miércoles.

 Yo regresaba de la escuela, sabía que era lo que tenía que hacer, no estaba cansado, no estaba hambriento, no estaba triste, no tenía excusas. Sólo no hice lo que tenía que hacer.

Auto-sabotaje en su mejor expresión y ¿Por qué?

Culpa, chamacos. Culpa. De todas las cosas malas que hice, ese maldito pensamiento de ¿Por qué una persona tan horrible como yo merece ser feliz?  fue lo que me hizo detenerme por un momento, fue cuando decidí que quería que mi vida y mi esfuerzo, mucho o poco, se fuera a la mierda. Y ¿De dónde salió ese maldito pensamiento y esa puta culpa?

De esos veinte minutos que pasaba pensando, en lugar de pasarlos intentando mejorar, intentando perdonar al mundo y a mí.

Y entonces escribí esto. Porque necesitaba decirme:

Rafael. No es tu culpa. Nunca lo fue. Tú mereces ser feliz, tú más que nadie lo merece.
Eres un hombre fuerte, eres un hombre bueno. Y aunque todos te manden al carajo, yo siempre estaré orgulloso de ti. Tú vales más que esos veinte minutos. Duerme tranquilo.


Y ya.