W.E.H.

Me gusta mucho leer poesía.
Tengo varios poemas favoritos, "el docto astrónomo" de Walth Whitman, "el cuervo" de Poe, "mi corazón me recuerda" de Sabines; me gusta recordarlos y recitarlos cuando me levanto o antes de irme a dormir.
Pero hay uno en especial que tengo tatuado en los párpados y me ha acompañado por un largo rato: Invictus de William Ernest Henley.

Sí, sé que está muy trillado, pero es sin duda mi poema favorito.

Me gusta porque me pone entre la espada y la pared y me dice: Eres el amo de tu vida.

Y me pongo a pensar...

Hasta ahora he vivido de la manera en que me gusta hacerlo. Las cosas que me he propuesto, las he conseguido, he conquistado y he hecho de mi vida mil veces una victoria y mil veces más una derrota; pero ha sido por mi, ha sido por mi esfuerzo, por mi dedicación. Si la he cagado, jamás he hecho responsable a nadie más que a mi mismo, y si triunfo no me olvido de los que estuvieron ahí conmigo. Creo que es algo de lo que me he dado cuenta en estos escasos 20 años: Todo mundo quiere estar contigo en tus victorias, pero cuando el chorizo te habla por teléfono, verás que muchos se van y te quedarás prácticamente solo. Y no es algo malo! Al contrario, si estás solo te das cuenta lo mucho que cuesta salir de la mierda, te das cuenta que es una joda y que muchos se quedan allí, te das cuenta que tú y tú nomas lograste salir solito de ese estanque. Y que eres más fuerte de lo que piensas. Digo, se necesita ser un chingón para nunca tropezarse, pero se necesita ser chingón y medio para levantarse.

Bien me decía mi padre: El que no se equivoca (y lo admite), nunca crece. Es necesario darte en la madre para crecer, son tus cicatrices las que te dan fuerza, los golpes que te dan las circunstancias quitan de tu espalda equipaje que no necesitas. Y el viaje se hace más ligero.
Sólo tienes que perder el miedo a caer, y tienes que aprender a levantarte.

El proceso de crecimiento siempre es doloroso, porque somos cincel y mármol al mismo tiempo. Si no se nos quitan pedazos, jamás sabremos que yace detrás de ese chingo de roca.